El Desarrollo de la Voluntad y la Función Ejecutiva de Inhibición en Niños de 3 a 6 Años: Un Análisis Integral
- Maia Astoul Bonorino

- 31 oct
- 7 Min. de lectura
Este artículo se basa en un estudio que analiza estos conceptos desde una perspectiva fisiológica y psicológica, enfocándose en niños de 3 a 6 años.
Definición de Voluntad y su Importancia
La voluntad se entiende como la capacidad de actuar con intención y propósito, estrechamente ligada a la conciencia. Es la fuerza que permite a los niños tomar decisiones y dirigir sus acciones hacia lo que desean o necesitan.
A diferencia de la simple inhibición (detener un impulso o no hacer algo), la voluntad incluye también la iniciativa de actuar. No es solo contenerse, sino también elegir, empezar y sostener una acción. Gracias a la voluntad, los niños comienzan a relacionarse con su entorno de manera más consciente y a dar forma activa a su propio desarrollo.
Funciones Ejecutivas y su desarrollo
Las funciones ejecutivas son un conjunto de habilidades cognitivas que permiten a los individuos planificar, tomar decisiones, resolver problemas y controlar impulsos. En el contexto del desarrollo infantil, la función ejecutiva de inhibición permite a los niños detener conductas automáticas y redirigir sus impulsos hacia acciones más apropiadas.
El desarrollo de estas funciones se presenta en saltos de madurez. A medida que los niños crecen, comienzan a mostrar un mayor control sobre sus impulsos y una mejor capacidad de guiar sus acciones. Investigaciones indican que las funciones ejecutivas se empiezan a desarrollar en los primeros meses de vida, a los 9 meses es la primera vez que podemos observar control de impulso en un bebé, pero son más evidentes a partir de los 3 años y a la edad de 6 años, la mayoría de los niños ya tienen desarrolladas varias habilidades de manera efectiva, no obstante el control de impulso se termina de desarrollar a los 24 años, cuando pueden tomar decisiones difíciles pero beneficiosas para sí mismos.
“Hitos” en el desarrollo de la voluntad y funciones ejecutivas
Si bien el control de impulso y la fuerza de voluntad están determinado tanto por la genética como por las experiencias en el ambiente el paso del tiempo es un requisito inevitable para que el cerebro del niño desarrolle las conexiones neurológicas que darán soporte a las facultades mentales, como también para que manifieste voluntad y funciones ejecutivas. Para analizar estos dos componentes en los niños de 3 a 6 años debemos remitirnos a los comienzos de la vida, desde por la gestación, cuando la formación de los órganos y el sistema nervioso se fundó en los factores ambientales como la nutrición física y emocional, y luego continuó en la primera infancia con el sistema de reflejos. Los reflejos ayudan al cerebro a establecer conexiones dedicadas a movimientos específicos, y a medida que se integran desaparece el movimiento reflejo para hacerse voluntario.
Uno de los primeros eventos que marca el desarrollo de la voluntad es la capacidad de soltar objetos, lo cual implica superar el reflejo de prensión del recién nacido. Otro reflejo que ayuda al niño a desarrollar la voluntad es el de mirar objetos de colores brillantes, esto casi lo obliga a seguir mirando cosas y buscarlas por medio de reacomodar su cuerpo. También al rodar sobre su torso, girar para encontrar cosas de su interés, el niño construye su capacidad de elegir y seguir algo de su interés.
La literatura revisada indica que los niños entre 3 1⁄2 a 4 1⁄2 años presentan dificultades para guiar sus acciones inhibiendo la respuesta dominante. El desempeño mejora con la edad, y los niños de 6 años prácticamente no presentan diferencias con los adultos en evaluaciones de inhibición.
Una estrategia para evaluar este desarrollo es medir la perseverancia de respuestas dominantes, definidas como aquellas respuestas más probables de obtener ante un estímulo (o varios estímulos) determinados.
Entre las edades de los 3 y los 4 años existe un progreso del proceso inhibitorio tanto de respuestas dominantes cognitivas y motoras como de respuestas de espera con contenido motivacional, y en niños mayores de 4 años, prácticamente se encuentran establecidas estas habilidades, por lo que se ha considerado que el control inhibitorio puede ser un proceso que permite el desarrollo adecuado de otras funciones ejecutivas.
Las funciones ejecutivas pueden aparecer y fortalecerse en cualquier etapa entre los 9 meses y los 11 años. Un estudio de largo plazo, siguiendo a los sujetos durante 32 años, encontró que aquellos que presentaron mejores puntajes en las pruebas de funciones ejecutivas a temprana edad tenían más posibilidad de seguir en la escuela, conseguir y mantener un trabajo en la edad adulta. Las medidas de “precursores” de funciones ejecutivas eran esperar turnos, prestar atención por más tiempo, mostrar persistencia en las tareas y controlar mejor los impulsos.
Otros indicadores que muestran un avance en el desarrollo son poder jugar juegos de estrategia, la capacidad de no tocar algo que desea, el autocontrol emocional, la resolución de situaciones cambiantes, entre otros.
¿Qué sucede en un ambiente Montessori?
En un ambiente Montessori de Casa de Niños (3 a 6 años) el desarrollo de la voluntad y la función ejecutiva de la inhibición están en juego constantemente. Y no de manera aislada, sino complementándose y desarrollándose paralelamente.
Como primera medida los niños saben que pueden elegir materiales dentro de los que le fueron presentados, eso hace que inhiban el impulso de tomar otros por más que llamen su atención. Además, los niños deciden todos los días qué materiales utilizar y todos cuentan con un propósito inteligente, eso lleva a los niños a tomar decisiones y poder realizar los movimientos necesarios para tener éxito, inhibiendo todo movimiento superfluo.
El trabajo con el material de Vida Práctica es fundamental para el control de impulso y el desarrollo de la voluntad, ya que constantemente deben resolver problemas y tomar decisiones, y al cometer errores o no ser exitosos en la tarea lleva a los niños a repetir las actividades, en este camino de ensayo- error deben controlar sus impulsos para obtener los resultados que esperan y ser exitosos.
Por ejemplo, para lavar una mesa se necesita humedecer, enjabonar, lavar y secar. Y para ello necesitan diferentes movimientos muy precisos y también una secuencia lógica de pasos o movimientos que llevan a que la mesa quede limpia. Si, por ejemplo, enjabonan antes de humedecer, no verán la espuma en la mesa y no podrán lavarla. Al ser el material el que les da información sobre su trabajo, colaboran con fortalecer su voluntad, movimiento e inhibición.
Y su búsqueda de resultados también va evolucionando con la edad: al comienzo la inhibición y la voluntad aún no están tan fortalecidas y probablemente laven la mesa por la satisfacción interna que reciben, como el tacto del jabón; a medida que van creciendo aparece más fuertemente la voluntad de encontrar el resultado final: conscientemente buscarán hacer sus movimientos cada vez más precisos y voluntaria y conscientemente buscarán hacer solo aquellos que les sirvan para que la mesa quede realmente limpia.
Más allá de su propia elección, también hay momentos donde ellos tienen que decidir qué no hacer o cómo realizar las cosas, por ejemplo, cuando deciden caminar en vez de correr para que no se les quiebre algo de vidrio o se les caiga una bandeja con elementos; o cuando ordenan el material para que otro niño pueda usarlo. Todo el tiempo van tomando pequeñas decisiones que los llevan a realizar movimientos voluntarios inhibiendo otros poco necesarios o inhibiendo sus propios impulsos. También, por ejemplo, deciden voluntariamente cuánto tiempo estar con cada trabajo, o cuántas veces repetir la actividad.
En el ambiente Montessori, los niños enfrentan pequeñas decisiones diarias que van fortaleciendo y desarrollando su voluntad y avanzando en la adquisición de la función ejecutiva de la inhibición y les permite conocerse y ser capaces de decidir según sus capacidades, gustos o deseos; y en un futuro también en beneficio de los demás. Sobre todo, la libertad de acción y elección en un ambiente apto para su desarrollo permite a cada niño empezar su trabajo desde su individualidad, y construirse a sí mismo desde la acción. Todo este trabajo fundamental es la base para desarrollar posteriormente las otras funciones ejecutivas.
Intervenciones para promover el desarrollo
El estudio revisa literatura científica que reporta varias intervenciones que han demostrado ser efectivas en el desarrollo de las funciones ejecutivas. Estas intervenciones incluyen actividades variadas, desde juegos no computarizados, canciones, hasta programas de entrenamiento de memoria de trabajo. La Dra. Adele Diamond es una de las pioneras en este campo y ha documentado cómo diversas actividades como el yoga y la práctica de mindfulness pueden mejorar las funciones ejecutivas en los niños.
Además, el enfoque Montessori propone un ambiente de aprendizaje donde la libertad de elección con límites y el movimiento son fundamentales. Las actividades prácticas y el trabajo son herramientas clave en este enfoque, permitiendo a los niños desarrollar su voluntad y habilidades de inhibición de manera efectiva.
El Juego del Silencio y su significado
Una de las actividades Montessori más emblemáticas es el “Juego del Silencio”. Esta actividad permite a los niños practicar el control de su movimiento y desarrollar su inhibición en un entorno social. Solo se puede realizar cuando los niños han alcanzado cierto grado de desarrollo en sus habilidades motoras y sociales. Durante el juego, los niños deben permanecer quietos y silenciosos, lo que requiere un alto nivel de autocontrol y atención.
Este juego no solo es una actividad divertida, sino que también representa un hito en el desarrollo de la voluntad y la función ejecutiva de inhibición. Los niños que participan con éxito en este juego demuestran un mayor control sobre sus movimientos y una mejor capacidad para seguir reglas y trabajar en equipo.
Conclusiones
En conclusión, el desarrollo de la voluntad y la función ejecutiva de inhibición en niños de 3 a 6 años es un proceso complejo que requiere atención y comprensión por parte de educadores y padres. Existen indicadores claros de un desarrollo típico, y es fundamental reconocer la importancia de la autonomía y la capacidad de decisión en los niños teniendo en cuenta la importancia que tiene el desarrollo cognitivo y el desarrollo de la voluntad con el desarrollo de las funciones ejecutivas.
La literatura científica respalda la necesidad de crear entornos que fomenten la libertad de acción, de elección y el movimiento, permitiendo que los niños desarrollen su voluntad de manera saludable. A través de intervenciones adecuadas y un enfoque educativo que valore la iniciativa, podemos ayudar a los niños a alcanzar su máximo potencial en estas áreas críticas para su desarrollo integral.








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